sábado, 29 de agosto de 2015

ALERGIAS DEL GATO

Si tienes un gato en casa y lo vacunas y cuidas correctamente, es posible que se mantenga sano durante muchos años, pero lo cierto es que un gato puede contraer diversos tipos de enfermedades, como todos los seres vivos, y será bueno que tengas una cierta idea de cuáles  son para que, conociéndolas, estés preparado para pedir la ayuda del veterinario cuando sea preciso. Hablemos hoy de unas bastante comunes en estos animales, las alergias.

Al igual que las personas, los gatos pueden padecer alergias, cuyos síntomas pueden ser tanto respiratorios (estornudos, tos, mocos, dificultad para respirar) como cutáneos (picor intenso y persistente, lagrimeo, etc.).
Si el gato tiene alergia, probablemente se deberá a que su organismo se defiende ante algo que no funciona bien. De hecho, la alergia es una reacción fisiológica que surge cuando su sistema inmunológico detecta una sustancia nociva para él.



Pulgas.- El origen de la alergia puede ser muy variado. Es común, por ejemplo, que aparezca como reacción a la picadura de una pulga. De hecho hay un cuadro específico llamado DAPP [dermatitis alérgica a la picadura de pulga].
El síntoma más evidente es que tu gato se lame mucho una misma zona para rascarse la piel, que le escuece por la picadura. Es fácil de detectar porque el animal termina haciéndose calvas en la zona. Eso suele ocurrir sobre todo en la zona del cuello, aunque también puede darse en las patas, la cabeza o el abdomen.
Cuando el gato tiene DAPP aparece una dermatitis y la piel se llena de costras, y de escamas. En cuanto notes alguno de estos síntomas lleva a tu gato al veterinario para que le hagan un tratamiento, liberándolo de los picores y atajando la posibilidad de que surjan infecciones.

Alimentos.-  Si tu gato tiene picor o se le inflama la piel y le salen pequeñas heriditas porque se rasca mucho, también puede deberse a una intolerancia alimentaria, es decir, que algún componente de los alimentos que toma actúa como alérgeno y su sistema inmunológico lo identifica como extraño o peligroso.
Las alergias alimentarias no sólo aparecen en los gatitos pequeños, pueden surgir en gatos que ya tienen años y que nunca habían presentado síntomas.
¿Cómo diagnosticamos esta alergia alimentaria? Haciendo pruebas, cambiándole al menos durante 10 días los alimentos, empleando otros que no haya comido con anterioridad (hablo tanto de comida seca como de comida húmeda). Es importante que todo esto se haga bajo la supervisión del veterinario, que nos dará soluciones tanto alimenticias como farmacológicas.



El comedero.-  Parece raro, pero con cierta frecuencia el gato puede presentar lesiones cutáneas en la cabeza, la cara, los labios o el hocico y que el comedero sea el culpable. Es frecuente que ocurra con los comederos de plástico y la solución está en cambiarlos por otros de vidrio, cerámica o acero inoxidable.

La raza.- Existe un síndrome conocido como “alopecia extensiva” (la alopecia es la pérdida de pelo), que afecta a gatitos que se lavan en exceso y se terminan inflamando la zona de los lametones. Tiene como causa fenómenos alergénicos y afecta especialmente a ciertas razas como los siameses, los birmanos, los orientales y los abisinios.

El estrés.-  También hay alergias originadas por problemas emocionales como cambios de casa, pérdidas de un compañero o un ser querido, un disgusto, un viaje o la llegada de un nuevo animal a la casa.

Los humanos.-  Los científicos han observado que hay gatos asmáticos que son alérgicos a las personas y sus hábitos (el polvo de las casas, el humo de los cigarrillos, la caspa y la escamas de piel humana, los perfumes…)
En concreto uno de cada 200 gatos es asmático y ese asma les genera toses, estornudos y falta de aliento. Un signo que debe ponernos en alerta es ver que el gato se tumba con los codos abiertos durante varios minutos; una postura en la que trata de ventilar mejor sus pulmones.

Y otros.- Finalmente hay que comentar que, igual que le ocurre a las personas, los gatos pueden ser alérgicos a los hongos o al polen y, además, pueden entrar en contacto con plantas que les resultan tóxicas y que debemos evitar en casa: los lirios, la azalea, la adelfa, la manzana y el albaricoque, la palmera sagú, el eucalipto, la marihuana, el tulipán, el narciso, la begonia, la camomila.
Si tu gato entra en contacto con alguna de ellas, quítale cualquier residuo que le quede en la piel o el pelo, lávalo con agua tibia y jabón para gatos, corta un trozo de planta y llévaselo al veterinario. 

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