Si tienes un gato en casa y lo vacunas y cuidas
correctamente, es posible que se mantenga sano durante muchos años, pero lo
cierto es que un gato puede contraer diversos tipos de enfermedades, como todos
los seres vivos, y será bueno que tengas una cierta idea de cuáles son para que, conociéndolas, estés preparado
para pedir la ayuda del veterinario cuando sea preciso. Hablemos hoy de unas
bastante comunes en estos animales, las alergias.
Al igual que las personas, los gatos pueden padecer
alergias, cuyos síntomas pueden ser tanto respiratorios (estornudos,
tos, mocos, dificultad para respirar) como cutáneos (picor intenso y
persistente, lagrimeo, etc.).
Si el gato tiene alergia, probablemente se deberá a que su organismo
se defiende ante algo que no funciona bien. De hecho, la alergia es una
reacción fisiológica que surge cuando su sistema inmunológico detecta una
sustancia nociva para él.
Pulgas.- El
origen de la alergia puede ser muy variado. Es común, por ejemplo, que aparezca
como reacción a la picadura de una pulga. De hecho hay un cuadro específico
llamado DAPP [dermatitis alérgica a la picadura de pulga].
El síntoma más evidente es que tu gato se lame mucho una
misma zona para rascarse la piel, que le escuece por la picadura. Es fácil de
detectar porque el animal termina haciéndose calvas en la zona. Eso suele
ocurrir sobre todo en la zona del cuello, aunque también puede darse en las
patas, la cabeza o el abdomen.
Cuando el gato tiene DAPP aparece una dermatitis y la piel
se llena de costras, y de escamas. En cuanto notes alguno de estos síntomas
lleva a tu gato al veterinario para que le hagan un tratamiento, liberándolo de
los picores y atajando la posibilidad de que surjan infecciones.
Alimentos.- Si tu gato tiene picor o se le inflama la
piel y le salen pequeñas heriditas porque se rasca mucho, también puede deberse
a una intolerancia alimentaria, es decir, que algún componente de los alimentos
que toma actúa como alérgeno y su sistema inmunológico lo identifica como
extraño o peligroso.
Las alergias alimentarias no sólo aparecen en los gatitos
pequeños, pueden surgir en gatos que ya tienen años y que nunca habían
presentado síntomas.
¿Cómo diagnosticamos esta alergia alimentaria? Haciendo
pruebas, cambiándole al menos durante 10 días los alimentos, empleando otros
que no haya comido con anterioridad (hablo tanto de comida seca como de comida
húmeda). Es importante que todo esto se haga bajo la supervisión del
veterinario, que nos dará soluciones tanto alimenticias como farmacológicas.
El comedero.- Parece raro, pero con cierta frecuencia el
gato puede presentar lesiones cutáneas en la cabeza, la cara, los labios o el
hocico y que el comedero sea el culpable. Es frecuente que ocurra con los
comederos de plástico y la solución está en cambiarlos por otros de vidrio,
cerámica o acero inoxidable.
La raza.- Existe
un síndrome conocido como “alopecia extensiva” (la alopecia es la pérdida de
pelo), que afecta a gatitos que se lavan en exceso y se terminan inflamando la
zona de los lametones. Tiene como causa fenómenos alergénicos y afecta
especialmente a ciertas razas como los siameses, los birmanos, los orientales y
los abisinios.
El estrés.- También hay alergias originadas por problemas
emocionales como cambios de casa, pérdidas de un compañero o un ser querido, un
disgusto, un viaje o la llegada de un nuevo animal a la casa.
Los humanos.- Los científicos han observado que hay gatos
asmáticos que son alérgicos a las personas y sus hábitos (el polvo de las casas,
el humo de los cigarrillos, la caspa y la escamas de piel humana, los
perfumes…)
En concreto uno de cada 200 gatos es asmático y ese asma les
genera toses, estornudos y falta de aliento. Un signo que debe ponernos en
alerta es ver que el gato se tumba con los codos abiertos durante varios
minutos; una postura en la que trata de ventilar mejor sus pulmones.
Y otros.- Finalmente
hay que comentar que, igual que le ocurre a las personas, los gatos pueden ser
alérgicos a los hongos o al polen y, además, pueden entrar en contacto con
plantas que les resultan tóxicas y que debemos evitar en casa: los lirios, la
azalea, la adelfa, la manzana y el albaricoque, la palmera sagú, el eucalipto,
la marihuana, el tulipán, el narciso, la begonia, la camomila.
Si tu gato entra en contacto con alguna de ellas, quítale
cualquier residuo que le quede en la piel o el pelo, lávalo con agua tibia y
jabón para gatos, corta un trozo de planta y llévaselo al veterinario.